jueves, 18 de agosto de 2011

"Mercado"


Cuadro de óleo sobre lienzo.

La Ruta de la Seda es una de las más antiguas y fabulosas que se conocen, fue el itinerario que unió los imperios Romano y Chino. Convencionalmente los extremos de la Ruta se sitúan en Roma y en la ciudad china de Xian (Antigua Changan), y sus diversos ramales cruzan ciudades antaño fabulosas como Damasco, Bagdad o Samarkanda, y accidentes geográficos como el macizo de Pamir, con puertos de montaña de 5000 m. de altitud, o los desiertos de Gobi (significa "lugar sin agua"), y Taklamakán (significa "lugar donde entras pero no sales")

En la antigüedad, una ínfima parte del comercio con Asia se hacía por vía terrestre, siguiendo la tradicional "Ruta de las Caravanas" a través de Asia central o por vías Ruso-Chinas. Sin embargo, la mayor parte de las transacciones se hacían por vía marítima, y a través de grandes compañías monopolistas. Se desarrolló gracias a la penetración y dominio de los europeos.

Habiendo en la Ruta dos ramales, el norte y el sur, el mercado en este último (Sudeste asiático) se caracterizaba por la importación a Europa de productos exóticos, de lujo o semilujo, tales como especias, tejidos de algodón (las famosas indianas), tintes, nitrato (para la fabricación de la pólvora), cueros, café, té, sederías, porcelanas y lacas chinas. Con el tiempo estos productos fueron perdiendo importancia. Las especias, que dominaban en el s.XVI, fueron desplazadas en el s.XVII por productos y materias primas textiles. En el s.XVIII ocupaban un lugar destacado el té y el café.

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